domingo, 6 de junio de 2010

Diluyendo el pasado ...

Puede la noche morir y ni el sol notaría su ausencia,
pues son las estrellas los ojos y los únicos testigos,
de remanentes de su efímera existencia.

Cada tarde es igual a muerte,
cada ocaso se vuelve demente,
la sabidurìa del supuesto,
solo sirve para fingir,
que la sangre que hierve no es por ella.

Sobre mis calcas se esconden la amargura,
de un amor perdido que busca sustitutos,

,, tildandome de racional, experimento sensaciones,
que solo podrían pertenecer a simios y otros primates,
por que no siento otra cosa cuando la veo,
que explosiones volcánicas
y
sobre el otro, me aferro con miradas de asesino,
a destruir por cobardía,
por que nunca reclame cuando fue mía ...

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