Ojos rojos, transitan mis manos,
extractos de riñas, destruyen mis labios,
exije mi vida, saciar su destino,
retomo añoranzas que nunca fueron mías.
Corrijo razones, para no saber de ti
y subrayo otros cuerpos para traducir mis retazos,
no vivo la vida a través de traducciones,
sino de tipografías verticales donde las cosas duelen menos.
Sobre tu ombligo abandono todo eufemismo
y recorro tu cuerpo con el candor de mis manos.
Lamento tu ausencia sobre la tumba de tus recuerdos
y revivo no otra cosa, sino tu capacidad para olvidar.
Canturreo historias, en la languidez de la noche,
esperando que mi memoria sobreviva a la cesárea de la mañana.
Cuencas y ojos permanecen en el olvido, da igual lo que se sepa o lo vivido,
dejo moldes hecho de plomo, pesados y tóxicos: esperanza del moribundo .....
Héctor Luya ....
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